martes, 19 de abril de 2011

El niño y la luna (por Walter Saavedra)

Por Walter Saavedra

Encorvado sobre el pescante regresa por la madrugada llevándose con él esa luna llena, redondamente gorda y blanca, y se duerme con las tripas retobadas, sin un beso de buenas noches.

El niño sueña. Sueña que esa luna llena, redondamente gorda y blanca, baja del cielo, hace nido en su pecho, le recorre el cuerpo como la caricia que le anda escaseando, cae en el hueco justo de su empeine y escapa con ella.

“¡Corre, niño, corre!”, le grita un ladrón y el niño corre haciéndole gambetas de luna llena a la miseria.

“¡Corre, niño, corre!”, le grita una prostituta y el niño huye sin dejar que la luna llena toque el suelo y se manche de barro y estiércol.

Y salen los vecinos, alarmados por un bochinche de perros trasnochados, y aplauden... Aplauden asombrados al niño malabarista que ahora inventa una rabona que deja una estela de chispas, luminosa como la vía láctea, y a la vuelta de una esquina niño y luna desaparecen, hundiéndose en la noche mas profunda.

Shhhh... No despierten al niño que ha encontrado, por fin, eso que nosotros llamamos... felicidad.


Este texto fue extraído de la muy buena página web Cuentos y más http://www.cuentosymas.com.ar/

martes, 5 de abril de 2011

Pase de magia (por Ariel Scher)

Por Ariel Scher


Por eso era El Mago. Porque se animaba a todo y porque ya hacía un tiempo largo que había demostrado que en el fútbol conseguía lo posible y lo imposible. Sobraban pruebas. Una tarde castañeteó los dedos y logró que un marcador de punta aficionado apareciera protagonizando una final profesional como centrodelantero. Otra vez fantástica, susurró tres palabras y provocó que un mediocampista arrogante quedara sepultado por una colección de pelotas. Un mediodía sin olvido, enterado de que en un barrio pobre querían una cancha cubierta, puso la mano en un bolsillo y sacó palomas hasta sumar cuatrocientas que, juntas y apretadas, formaron un techo perfecto. Había más: una leyenda de la que él prefería no hablar aseguraba que era hincha de un equipo barrero y que, en un día decisivo, hasta había sido capaz de hacer llover.

Porque era El Mago, por eso mismo, es que esos hombres lo fueron a ver. Se compadeció de ellos en un minuto: hablaban con la urgencia de los desesperados y cada vez que pestañaban removían en el aire una angustia. Era evidente: se trataba de gente que sufría.

“Discúlpenos, Mago, pero nos ocurre algo horrendo- explicó uno de los hombres-. Somos personas que amamos al fútbol. Con pasión, sí; pero con salud. Y estamos en problemas”. El hombre dejó correr apenas un silencio, como si tanto dolor lo obligara a un reposo breve, y después siguió. “Queremos que vea”, dijo, y le mostró las imágenes de miles insultando a otros miles en un estadio. “Queremos que oiga”, agregó, y le pasó la grabación de un comunicador deportivo que, por dinero, parloteaba a favor de un candidato a algo. “Queremos que lea”, pidió, y le dio un recorte en el que se detallaba cómo un empresario era “dueño” del pase de un chico de 16 años. “Queremos que sepa”, afirmó, y le contó que había entrenadores que sostenían que un partido sin goles era un partido perfecto. “Queremos que nos ayude. Todo esto es insoportable”, imploró el hombre. Y casi se puso a llorar.

El Mago se comprometió a intentar. Apeló a paños y a pañuelos de cada color, y a libros cargados de trucos, y, además, a una bruja retirada, todo un pozo de saber, que le había enseñado de qué manera mover una varita mágica para que un arquero eternamente suplente fuera alguna vez titular.

Entonces, El Mago convocó a los hombres. “Señores- les confesó-, no puedo. Sucede que yo soy apenas un obrero de las ilusiones y ustedes están ardiendo por las miserias de la pura realidad. Pero no se desesperen. Se los digo convencido: pronuncien fuerte sus indignaciones, denuncien tanta trampa grosera, rechacen el poder de la mediocridad y, en especial, organicen la rabia. En el fútbol y en mil cosas, la mejor magia de todas es desear, es soñar, es luchar”. Luego metió las manos en su galera, dibujó una sonrisa de artista y regaló dos maravillas. Porque era mago, primero sacó un conejo. Porque era un hombre, después sacó una esperanza.

Este texto fue extraído de la muy buena página web Cuentos y más http://www.cuentosymas.com.ar/

sábado, 2 de abril de 2011

"Football is God" en el BAFICI 2011



Se viene el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) y ya se pusieron en venta las entradas para todas sus funciones. Habrá algunos eventos especiales, seminarios, workshops, películas proyectadas en espacios abiertos y gratuitos, y nuevas secciones. Una de ellas se llama “Elegante sport” y reúne filmes cuya principal temática es el deporte.

Como no podía ser de otra manera, hay una película en particular que analiza parte del fenómeno del fútbol en la Argentina, siguiendo a tres hinchas de Boca un poco peculiares: Pablo, el ultra fanático de Maradona que se integra a la Iglesia Maradoniana y sigue todos sus ritos; la “Tía”, una señora que trata a los jugadores de Boca como si fueran sus sobrinos y les hace regalos para sus cumpleaños (como el calzoncillo que le da a Martín Palermo); y Hernán, un fanático envenenado, al que, por ejemplo, se le quiebra la voz recordando un gol de Mastrángelo de hace décadas y, sin embargo, vemos en sesiones de psicoanálisis tratando de analizar su fanatismo. Todo esto, claro está, no sería tan peculiar sino fuera porque la visión que se posa sobre estos tres fanáticos es la de un director danés.

En resumen, el documental danés Football Is God es un apasionante paseo por las pasiones. Y por la Bombonera. Y por una parte de la psiquis argentina vista por un extranjero.

Football Is God

Días y horarios:

7 de abril a las 17.30 en Hoyts Abasto

9 de abril a las 22.15 en Hoyts Abasto

10 de abril a las 17 en Pasaje Carlos Gardel (función gratuita)

14 de abril a las 21.45 en Alianza francesa


Más info en http://www.bafici.gov.ar/home11/web/es/films/show/v/id/78.html