viernes, 27 de marzo de 2009

El fútbol sin Miguel



Por Nicolás Barrasa

Sin la compañía de Miguel ir a la cancha ya no es lo mismo. Es increíble como uno hecha de menos no a una persona en sí, sino a una persona en alguna circunstancia. Con Miguel no faltábamos un solo domingo a “La Bombonera”. Me acuerdo de él y se me pianta un lagrimón: sus bigotes pulcramente afeitados, la raya al medio como marca registrada y el pucho que parecía ser una extensión más de su cuerpo.
Llegábamos temprano, nos ubicábamos, y me ofrecía algo de comer a lo que yo siempre aceptaba. Mientras mirábamos la reserva se ponía serio y preguntaba:
- Pibe, ¿Cómo van esos estudios? -, siempre con una mirada severa pero complaciente.
- Bien, creo que este año no me llevo ninguna. Parece que voy a tener unas vacaciones largas.
Sin premeditación se paraba y le hacía un gesto al heladero. Compraba dos “palito bombón”, volvía a sentarse y proseguía con la charla:
- Qué grande, así me gusta. Yo como un boludo abandoné, pero eran otras épocas. Abandoné y me puse a laburar en la metalúrgica en el turno noche. Bueno, la historia ya la conocés, si te la debo haber contado mil veces.
- Sí, sí, ya la tengo sabida como el padre nuestro.
Sin embargo era una de esas historias que podría ser repetida una y otra vez y yo siempre me disponía a escuchar.
Miguel fue como un segundo padre para mí. No se casó ni tuvo hijos. Consideraba que en la vida el que juega con reglas claras triunfa. Había tenido varias mujeres, pero ante la insistencia del compromiso sus relaciones se habían diluido.
Era un tipo tranquilo, pero su tranquilidad se rompía cuando empezaba el partido. Se le transformaba la cara, se ponía rojo, y se le hinchaban las venas del cuello de tanto gritar. Un clásico en su conducta era el insulto que le profería al número nueve:
- Pianetti, ¡doná los órganos muerto! Jugá hermano, poné la gamba. ¿A vos te parece?, decí, decí algo querés.
A lo que yo comentaba con énfasis: - ¡No puede haber errado ese gol! Estaba sólo, abajo del arco.
Muchas veces nos miraban raro, Pianetti era uno de los mejores del equipo. Es más, ese año salió goleador del campeonato. Lástima que Miguel no lo llegó a ver.
Ya no voy tanto a la cancha. No se si será porque uno crece, porque se convierte en un profesional y se organiza la vida para no disfrutar…
Yo quiero pensar que es porque falta Miguel.

***

jueves, 12 de marzo de 2009

Piel de Judas

Por Juan José Panno

Rajá pa dentro, rajá para dentro te digo, que te voy a arrancar la cabeza, te miraste como tenés las rodillas desgraciumana, me vas a volver loca, vos querés que me vuelva loca, que me internen en un manicomio querés, decí, decí la verad, callate la boca y andá a lavarte, mirá esas manos, vení para acá, vení para acá, mirate esos tobillos, ayyyy, el soponcio me agarra el soponcio, el hígado, ahora vas a ver cuando vuelva tu padre, porque con tu padre no jodés, claro, para eso está la señora, la sirvienta que te tiene que planchar la ropa, preparar la comida y vos en lo único que pensás es en jugar a la pelota con esa manga de atorrantes, te voy a mataaaar, un día se me va a terminar la paciencia y te voy a pegar una paliza que no te vas a olvidar en tu vida, eso querés ¿no?, tiene razón la Pocha, a ustedes hay que tenerlos cortitos, porque una les da el codo y se agarran todo el brazo, te dije media hora y mirá la hora que es, no me comés, no me hacés los deberes y encima te pasás toda la tarde con esa pelota de porquería, nooo, pero ya vas a ver cuando vuelva tu padre. ¿Sabés que sos vos? Sos la piel de Judas, la peste bubónica sos, callate la boca, chito, chito eh, anda a lavarte, vení para acá, ¿te viste las zapatillas?, noooo que te vas a mirar vos si lo único que te importa es jugar a la pelota con los desgraciados esos, meta pelota y pelota todo el día y a mí que me parta un rayo ¿te vas a ir a lavar o no te vas a ir a lavar? ¡esas rodillas! percudidas las tenés, per-cu-di-das, te vas a tener que lavar con acaroina, ayyy, tu hermano no era así, ah nooo, el Carlitos es una monada, nunca me llamaron del colegio para decirme nada, nunca una palabra de más, un niño prodigio el Carlitos, no como vos, pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije.


Este muy buen cuento fue publicado originalmente en "Corazón y pases fuertes" de Editorial Colihue.
Y fue tomado de la excelente página web "Cuentos y más"
Le agradecemos al autor la autorización para ser publicado en nuestro blog.

***