sábado, 25 de marzo de 2017

Acassuso vs. Sacachispas (de Luis Gotfryd)

de la novela Supérele el justo cero
Estaba enfrascado en aquel soliloquio trascendente cuando el maldito teléfono dejó mis preguntas sin respuesta. Era mi viejo amigo Florencio Alchourron, que me pedía un favor. Yo no me podía negar ya que Florencio había sido fundamental en la resolución del caso del ciego de las ballenitas. Además me sentía un poco culpable por haberlo descubierto saliendo de aquel baño de Constitución con aquel muchacho corpulento.

Florencio estaba dedicándose a transmitir partidos de futbol por Radio Patapúfete y tenía un problemón. Ese día transmitía la final de la liguilla de la D entre Acasusso y Sacachispas y le había fallado el comentarista de campo. Yo le expliqué que no tenía idea del fútbol de ascenso, que si me sacaban de Rácing no tenía idea de nada. Además le expliqué que no tenía tiempo porque tenía que resolver un caso muy complicado y que me faltaba inspiración para idear una solución al introito.

Florencio me pidió que le cuente el caso ( un ingeniero nuclear que no conseguía trabajo porque era un “viejo” de cuarenta y seis años) y me dijo que él me podía ayudar si lo sacaba de este quilombo inesperado, culpa de ese irresponsable comentarista que prefirió asistir al nacimiento de su primer hijo (“cuatro kilos doscientos , peludo como un monito” le dijo por teléfono) antes que cumplir con su obligación profesional ante tan importante evento: Se definía el cuarto lugar en la liguilla del ascenso.

Yo ya le había contado mis limitaciones, pero Florencio insistió, así que le dije que sí. Quedamos en encontrarnos media hora antes del comienzo del partido en la puerta del estadio de Acasusso para que me explicara todos los detalles.

Yo tomé el Mitre con tiempo, pero en la Estación La Lucila se le salió una rueda a la locomotora, que ya venía con una rueda menos, que le habían afanado en la Estación Rivadavia. Llegué a la puerta del estadio 18 segundos antes del comienzo del partido así que Florencio me dio un celular, me colgó la credencial del cuello, me dijo que hiciera los comentarios desde el campo, y me dirigió de un empujón a la cancha. Entré justo en el inicio del partido.

Minuto 1: Córner para los azules. Los de violeta se defienden con sus once jugadores, el de verde se ubica en la media luna. El de negro no aparece por ningún lado. El ocho de los azules patea débil y el diez violeta se lleva la pelota hacia el campo contrario.

Minuto 7: La hinchada de los violetas grita desaforadamente, el de verde toma la pelota bajo sus brazos y señala la mitad de la cancha. Parece que mientras yo le mandaba un mensajito a mi esposa pidiéndole que no se olvidara de comprarme calzoncillos, los de violeta hicieron un gol.

―¿Quién fue el último en tocar la pelota? ―me preguntó Florencio.

―El de verde ― le contesté.

Minuto 17: ―¿Córner número? ―me pregunta Florencio.

No se me ocurrió contarlos.

―Córner número quince ―le miento.

―¿Quince?, yo vi dos ―me desconfía Florencio.

―¿Si sabés cuántos fueron para qué me preguntás?

Minuto 25: Entra un perro a la cancha. Un policía lo corre con su pistola reglamentaria en la mano.

Minuto 26: El policía cae agotado en medio de la cancha, lo retiran en camilla, mientras el perro parece reírse en el círculo central.

Minuto 27: El de verde hace señas inequívocas de que si no le sacan el perro de la cancha no sigue el partido.

Minuto 28: El cuatro de los violetas le mete una zancadilla al perro que lo deja tirado en el suelo. El arquero de los azules agarra el perro y lo patea, arrojándolo fuera de los límites del estadio. Anoto en mi libreta “denunciar a ambos players a la Sociedad Protectora de Animales”.

Minuto 33: Un punga le roba la billetera a uno de la barra brava de Sacachispas.

Minuto 34: Un encapuchado con una bandera del ISIS se acerca al punga con una cimitarra de tamaño considerable. Una mano cae en el área chica. Florencio me pregunta:

―¿Es mano adentro del área?

―¡Sí Florencio, es una terrible mano! ―le dije temblando.

Minuto 44: Penal para los violetas. La barra brava de los azules demuestra que antes de ir a la cancha estudió las características personales, inclinaciones sexuales y ocupaciones del de verde, de su hija, de su esposa, de su hermana, de su madre, de su abuela y de sus ascendientes femeninos hasta el cuarto grado de consanguinidad.

Minuto 45: Gol de los violetas. El autor del gol se toma sus genitales y se lo ofrece generosamente a la hinchada de los azules. La hinchada de los azules, generosamente, baña en saliva al jugador.

Minuto 48: El de verde hace sonar estrepitosamente el silbato, a la vez que ensaya un gimnástico paso de baile, doblando su cintura, adelantando la pierna derecha y señalando el centro del campo.

―¿Qué pasó? ―le pregunto al policía que está con un perro al lado mío.

El perro intenta atacarme, pero el policía lo frena, mientras que me contesta:

―Terminó el primer tiempo, pescado.

Minuto 3 del entretiempo: El mate de la mañana pide pista, le pregunto al policía dónde está el baño. Me señala una casilla de chapas debajo de una tribuna.

Minuto 4 del entretiempo: La cola para ir al baño rodea toda la cancha. Veo unos hinchas que van a mear atrás de unos árboles. Los sigo. Empiezo mi impostergable e indelegable tarea y viene el cana con el perro. Me dice que lo que estoy haciendo está prohibido.

―¿No se puede mear?

―En el árbol no ―me dice el cana.

Mientras tanto yo ya había terminado de descargar mi angustia.

Minuto 6 del entretiempo: Al volver a la cancha, paso por un puesto de choripán. Pienso en que el humito del chori es la mejor campaña de marketing jamás inventada. No me puedo resistir, a pesar de que el tordo me prohibió terminantemente los embutidos. Por si me descubren, pensé en decir que no sabía que los chorizos eran embutidos.

Minuto 7 del entretiempo: Estoy engullendo el choripán, cuando me llama Florencio, preguntándome al aire, las estadísticas del primer tiempo. ―Ñgfftrezzcorndnnerpaffralosggggrazzukkles ―le contesto como puedo.

Minuto 14 del entretiempo: Salen los azules al campo. Yo le pregunto a un cana qué pasa con los violetas que no salen.

―El técnico está con cagadera.

Minuto 15 del entretiempo: Salen los violetas. Tras de ellos el técnico entra con un balde en la mano.

Minuto 46: (Nótese que el fútbol es el único espacio donde el tiempo puede ir hacia atrás. Nótese que el primer tiempo terminó en el minuto 48 y el segundo tiempo se inicia en el minuto 46, de tal forma que un jugador que hubiera jugado hasta el minuto 47 en el primer tiempo habría jugado menos que aquel jugador que hubiera jugado hasta los 46 minutos en el segundo tiempo.)

Empieza el segundo tiempo. Florencio me pregunta:

―¿Algún cambio en ambos equipos?.

―Sí, Florencio. Ambos equipos cambiaron de lado. Además algunos de los azules cambiaron la camiseta de manga corta por camiseta de manga larga. Se está levantando un fresquete interesante.

Minuto 52: Gol de los violetas. Florencio grita el gol y me pregunta:

― ¿Quién le pegó último?

― ¡Yo no fui, Florencio! ―le respondo.

Florencio se enojó y repreguntó:

―¡¿Quién hizo el gol zoquete?!

―Si Zoquete es el 11, sí, fue el autor del gol.

Minuto 59: Me llega un mensaje al celular. Es mi esposa: “pasa x chino. trae pan y ph. y un vinito”. Mientras miro el mensaje, explota la hinchada de los azules. Florencio me pregunta :

―¿Fue penal?”

―Depende, Florencio.

―¿Depende de qué?”

―Depende si el foul fue adentro o afuera del área, ¿Fue adentro, Florencio?”.

Minuto 60: El arquero de los violetas, que es el de buzo rojo, ataja el penal. La pelota sale hacia un costado, pega en el perro del primer tiempo, que lastimado y golpeado volvió a la cancha. La pelota hace una rara parábola y se cuela en el arco. Todos los violetas le van a protestar al de verde, pero éste les muestra el reglamento donde dice claramente que si la pelota pega en cualquier elemento extraño, el gol es válido. Los de violeta le dicen que el perro no es un objeto extraño, que es el perro del primer tiempo. El de verde se mantiene firme y convalida el gol.

Minuto 73: El partido se pone aburrido. Empiezo a mirar las tribunas y veo a un conocido de mi infancia, el Monchito. Le grito cariñosamente “¡¿ Qué hacés Monchito, hijo de puta!?”. No me di cuenta que estaba conectado con Florencio, por lo cual mi puteada salió al aire.

Minuto 89: ¡Gol de los azules! El cana grita el gol. El perro ladra y me mira amenazante. Hasta que yo grito el gol y el perro me sonríe. El que no me sonríe es el técnico de los violetas, qué me increpa:

―¡¿Qué clase de periodista sos, gil?!

―No soy periodista. Soy amigo de Florencio

Minuto 91: Penal para los azules. Florencio, resignado, no me pregunta nada. Patea el arquero de los azules y se lo atajan. El de verde termina el partido.

Minuto 1 después de la finalización del partido: Florencio me pide que entreviste a alguno de los autores de los goles del ganador. Yo le pregunto al cana quién ganó, porque había perdido la cuenta de los goles. “Tres a dos los violetas”. Yo me acordaba que el 3 de los violetas había hecho un gol.

Minuto 2 después de la finalización del partido: Empiezo la entrevista:

―Estoy acá con el tres de los violetas, figura central en el importante triunfo de su equipo, que con su golazo ha marcado el camino para lograr clasificar a este importante team del ascenso argentino a la categoría de donde nunca tendría que haberse ido. Tres,¿Puede describirnos cómo fue su gol?
―¿Vos me estás cargando? Yo hice un gol en contra ―me dijo el tres, y se fue puteando al vestuario.

Minuto 5 después de la finalización del partido: Florencio cierra la transmisión y me viene a buscar a la cancha. Florencio me aclara que los de azul eran los de Acassuso, los de violeta eran los de Sacachispas y que el de verde era el árbitro. Yo que iba a saber que los jueces ya no usaban más su típico uniforme negro

Parece que está enojado pero igual me agradece. Le pregunto si quiere que lo ayude en otro partido y me dice que no. Qué lástima. Me había empezado a gustar el oficio.