miércoles, 23 de junio de 2010

Palermo bajo la lluvia (por Rodolfo Edwards)


como un perro bajo la lluvia
que perdió el rastro
y camina lentamente
con un agujero negro en la cabeza
así viene Palermo
fantasma en celo
ánima en pena
aparecido
mito criollo
terminator con polainas
el corazón atravesado por mil flechas
la piel dura casi de bronce
engualichado de gol
de grito de... esperanza
Dios y el Diablo esta noche
se dieron un abrazo
allá en lo alto
en la popu entre los monchos
el fútbol es un campo de batalla
donde brilla un facón (en la punta de tu botín izquierdo)
y pasas a degüello
defensas enteras
esquivás misiles
armas de devastación masiva
luchás cuerpo a cuerpo
en la guerra del fin del mundo
soldado platense al servicio de la República de La Boca
patrón del área chica
sabueso del balón
poeta maldito
error de la naturaleza
suicida saltando al vacío
hoy la red te salvó una vez más


Rodolfo Edwards (Buenos Aires, 1962) es un poeta y crítico de poesía argentino. Nació en el barrio porteño de La Boca. Es licenciado en Letras, especializado en literatura argentina y latinoamericana. Editó las revistas La Mineta y La Novia de Tyson y participó de la redacción de 18 Whiskys. En 2007 dirigió la clínica de escritura de poesía para autores jóvenes en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Colabora en programas de radio y en suplementos culturales de diarios y revistas de Buenos Aires. Publica regularmente sus poemas en su blog El Rey de la Boca.


Agradecemos a Sebastián "El Zaiper" Barrasa por enviarnos este hermoso y goleador poema

miércoles, 9 de junio de 2010

Antes del pitazo inicial



Faltando sólo algunas horas para que se dé el puntapié inicial de ese maravilloso evento llamado Mundial de fútbol, a los editores de Gambeteando palabras nos resultaba difícil elegir entre varios y muy buenos textos que narran, analizan y pintan algunos de los partidos y sucesos más coloridos en la historia de los mundiales. Entonces, se nos ocurrió pasarles la pelota a nuestros lectores y que ustedes metan los goles con algunas palabras sobre su primer mundial.

La idea es que, en la sección comentarios de esta entrada del blog, nos dejen textos breves con alguna imagen, alguna sensación o alguna anécdota sobre el primer mundial que recuerdan haber vivido. Así practicamos, entre todos, la literatura futbolera, como para ir entrando en calor hasta este 11 de junio a las 11 horas, momento en que dará comienzo el partido inaugural entre Sudáfrica y México.


Los editores

martes, 8 de junio de 2010

Erectas (por Ricardo Rowies)

Por Ricardo Rowies

Nadie lo podía creer, fue algo terrible, nunca visto y todo por culpa de Richard, que jugaba de tres en el equipo, él se llevó las camisetas y los pantaloncitos para lavar, y no tuvo peor idea que ponerlos en el lavarropas con una bombacha de su mujer. Justo esa mujer, la más sexy, la más hermosa , la más mirada de todo el pueblo, la madre de nada más y nada menos que siete hijos. Todo junto. ¡Qué desastre!
Para colmo llegó sobre la hora de comienzo del partido, ni tiempo tuvimos de darnos cuenta de semejante papelón.
Nos vestimos rápido y salimos a la cancha, el pantaloncito me tiraba y ni me quise mirar. Todos estábamos formados para que los visitantes nos dieran la mano uno por uno como marca el reglamento. Nos saludaban rápido y riéndose en nuestra cara.
De la tribuna tiraban de todo, y desde la femenina empezaron a tirar los corpiños. ¡Que papelón hombre!
Nos reunimos, como siempre, para que el capitán, el uruguayo, dijera cómo íbamos a jugar, pero esta vez, fue distinto.
- “Muchachos, algo raro pasa, pero tratemos de concentrarnos en el juego”.-
No había caso, no se bajaban.
Perdimos por goleada, pero durante los noventa minutos de juego, estuvimos así.
Nunca habíamos perdido por tantos goles y nunca habíamos recibido tantos aplausos, de la local como de la visitante.

martes, 1 de junio de 2010

-Zulema- Dice la esposa emputecida (por Rodolfo Braceli)

Por Rodolfo Braceli

Mi marido hace años que saca pecho y a todo el mundo le cuenta que vio el gol de Capote de la Mata cuando eludió como a setenta jugadores, que vio el gol de Grillo a los ingleses desde un ángulo imposible, que vio en el Centenario el gol de Cárdenas desde fuera del área a los rubios escoceses del Celtic, que justamente vio el debut de Maradona en Boca, que... Es cierto: yo sé que el desgraciado no miente, no exagera, dice la pura verdad: mi marido vio todo eso y mucho más.

Ayer lo senté en esa silla, en ésa, la que quedó libre junto al ramo de gladiolos.

Y yo le dije: Escuchame.

Y él me dijo: Te estoy escuchando, gorda.

Y yo le dije: Gorda las pelotas. Tengo nombre.

Y él me dijo: Te estoy escuchando, Zulema.

Y yo le dije: Hijo de puta, viste todo lo que decís que viste, pero no viste nacer a ninguno de tus cinco hijos.

Y él me dijo: Bueh, había partido.

Y yo le dije: Grandísimo de hijo de puta.

Y él me dijo: ¿Qué culpa tengo yo de que todos los chicos nacieran justo justo justo en día domingo?

Y yo le dije: Hijo de puta, no tenés perdón de Dios.

Y él me dijo: Zulema, pura coincidencia. No ha sido mala voluntad.

Y yo le dije: Hijo... hijo... hijo de re mil putas.

Y él me dijo: Tenés razón, Zulema, pero cuidado: ¡con la vieja no, eh!

Y yo le dije: Tu vieja habrá sido una santa y que Dios la hospede en su santa gloria... Una santa habrá sido tu vieja, pero vos sos un reverendo hijo de puta.

Y él me dijo: Zulemita, amor mío, sé comprensiva. Calmate de una buena vez.

Y yo le dije: Te maldigo. No viste nacer a ninguno de nuestros cinco hijos. ¡Y vas a pagar muy caro por eso!

Y él me dijo: ¿Ah, sí? Y, a ver, ¿cómo?

Y yo le dije: Ninguno de tus cinco hijos servirá para el fútbol. Ninguno.

Y él me dijo: ¡Decime que eso es mentira! Decímelo, o me mato.

Y yo le dije: Es verdad. ¡Todos con pie plano! Ninguno de los cinco podrá ir muy lejos con el fútbol.

Y él crujió: Ayyyyggh...

Crujió como alcanzado por un relámpago y se llevó las manos al pecho. Y cayó redondo, el pelotudo. Todo fue tan rápido: grité, vinieron los vecinos y mis hijos y se hizo lo que se pudo; pero no hubo nada que hacerle.

Posdata

De los cinco hijos de esta señora sólo dos le vinieron, realmente, con pie plano. Pero no los afectó mayormente porque uno salió comerciante y el otro abogado. En cuanto a los otros: los tres practicaron fútbol: uno abandonó en la tercera de San Lorenzo, malogrado por una doble rotura de ligamentos; el otro jugó decorosamente hasta los 33 años en un club de Río Cuarto. El restante (por lo menos hasta octubre del año 2000) militaba en uno de los más poderosos clubes italianos y era frecuente titular de la Selección Argentina. La señora mamá de estos muchachos ha vivido rodeada de afecto y hasta podría decirse de una sosegada felicidad. En 1997, inesperadamente, se le dio por ingresar en un taller literario. Dos años después comenzó a escribir una novela, policial la novela, titulada El crimen perfecto.


Este texto pertenece al libro Perfume de gol. Fue extraído del suplemento Líbero del diario Página 12.
Link a la nota original: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libero/11-4832-2009-11-14.html