Por Rodolfo Braceli
Mi marido hace años que saca pecho y a todo el mundo le cuenta que vio el gol de Capote de la Mata cuando eludió como a setenta jugadores, que vio el gol de Grillo a los ingleses desde un ángulo imposible, que vio en el Centenario el gol de Cárdenas desde fuera del área a los rubios escoceses del Celtic, que justamente vio el debut de Maradona en Boca, que... Es cierto: yo sé que el desgraciado no miente, no exagera, dice la pura verdad: mi marido vio todo eso y mucho más.
Ayer lo senté en esa silla, en ésa, la que quedó libre junto al ramo de gladiolos.
Y yo le dije: Escuchame.
Y él me dijo: Te estoy escuchando, gorda.
Y yo le dije: Gorda las pelotas. Tengo nombre.
Y él me dijo: Te estoy escuchando, Zulema.
Y yo le dije: Hijo de puta, viste todo lo que decís que viste, pero no viste nacer a ninguno de tus cinco hijos.
Y él me dijo: Bueh, había partido.
Y yo le dije: Grandísimo de hijo de puta.
Y él me dijo: ¿Qué culpa tengo yo de que todos los chicos nacieran justo justo justo en día domingo?
Y yo le dije: Hijo de puta, no tenés perdón de Dios.
Y él me dijo: Zulema, pura coincidencia. No ha sido mala voluntad.
Y yo le dije: Hijo... hijo... hijo de re mil putas.
Y él me dijo: Tenés razón, Zulema, pero cuidado: ¡con la vieja no, eh!
Y yo le dije: Tu vieja habrá sido una santa y que Dios la hospede en su santa gloria... Una santa habrá sido tu vieja, pero vos sos un reverendo hijo de puta.
Y él me dijo: Zulemita, amor mío, sé comprensiva. Calmate de una buena vez.
Y yo le dije: Te maldigo. No viste nacer a ninguno de nuestros cinco hijos. ¡Y vas a pagar muy caro por eso!
Y él me dijo: ¿Ah, sí? Y, a ver, ¿cómo?
Y yo le dije: Ninguno de tus cinco hijos servirá para el fútbol. Ninguno.
Y él me dijo: ¡Decime que eso es mentira! Decímelo, o me mato.
Y yo le dije: Es verdad. ¡Todos con pie plano! Ninguno de los cinco podrá ir muy lejos con el fútbol.
Y él crujió: Ayyyyggh...
Crujió como alcanzado por un relámpago y se llevó las manos al pecho. Y cayó redondo, el pelotudo. Todo fue tan rápido: grité, vinieron los vecinos y mis hijos y se hizo lo que se pudo; pero no hubo nada que hacerle.
Posdata
De los cinco hijos de esta señora sólo dos le vinieron, realmente, con pie plano. Pero no los afectó mayormente porque uno salió comerciante y el otro abogado. En cuanto a los otros: los tres practicaron fútbol: uno abandonó en la tercera de San Lorenzo, malogrado por una doble rotura de ligamentos; el otro jugó decorosamente hasta los 33 años en un club de Río Cuarto. El restante (por lo menos hasta octubre del año 2000) militaba en uno de los más poderosos clubes italianos y era frecuente titular de la Selección Argentina. La señora mamá de estos muchachos ha vivido rodeada de afecto y hasta podría decirse de una sosegada felicidad. En 1997, inesperadamente, se le dio por ingresar en un taller literario. Dos años después comenzó a escribir una novela, policial la novela, titulada El crimen perfecto.
Este texto pertenece al libro Perfume de gol. Fue extraído del suplemento Líbero del diario Página 12.
Link a la nota original: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libero/11-4832-2009-11-14.html
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