martes, 27 de julio de 2010

Juegue en la cancha que juegue... (Por Ricardo Martínez Gálvez)

Por Ricardo Martínez Gálvez




Cuántos kilómetros!
Felices, incómodos, mojados, traqueteados

...”Ojalá la chata del Negro se porte bien y no nos deje
A cuántas canchas nos habrá llevado: Córdoba, Mendoza, Rosario...
Uyy!! Todavía faltan como doscientos y ¡qué frío está haciendo!
¿Rulo, tenés un faso?”


Agradecemos al autor por dejarnos publicar en "Gambeteando..." ésta hermosa obra

miércoles, 21 de julio de 2010

Celeste (por Sonia Figueras)

Por Sonia Figueras

El tío Alberto le prometió acompañarlo y darle la plata para hacerse socio del club. Desde ese instante no podía pegar los ojos. Hasta que llegó el momento. No precisaba bien por qué le latía el corazón tan fuerte como el galope de caballo desbocado y le temblaran las manos y los pies subieran y bajaran igual que al compás del cinto del viejo.
El club quedaba cerca. Creyó que el tormento acabaría. No. El empleado que asociaba no estaba ese día y volvió como un pollo mojado y encima con los rezongos del tío por el tiempo perdido. La que se perdió fue la plata. En la casa estaban a fin de mes y siempre faltaba la garrafa y la comida.
Y se quedó sin ser socio.
Igual siguió yendo los sábados después del mediodía. Sólo, siempre sólo.
La miraba de lejos y lo deslumbraba como el sol. Soñaba con acariciarla. ¡Era la pelota del club! ¡Era comprada en una casa de deportes! ¡No como la de plástico o la rotosa con la que pateaba en el potrero! Ésa era la inalcanzable.
Un sábado se sentó en las gradas y la cosa fue para no olvidar.¡Qué gambetas hacía “el chinito” y el Coco cómo pateaba al arco, de puntín la rompía. Al chinito, al Coco y al petiso los conocía bien. Claro, de nombre nomás, pero para él eran amigos…jugaban al fútbol y estaban en sus sueños como la redonda y la cancha del club.
Otro sábado se animó y se sentó en el pasto. Los olores de sus héroes lo inundaban, el jadeo de los pibes lo excitaban, los golpes de los puntapiés le sonaban al redoble del tambor de la murga “Los fantásticos”. Y los gritos ¡Dale, Coco, pasamelá petiso. ¡Nooo! ¿Qué hacés chabón? Era un sueño. ¡Tan cerquita!

Benítez, el flaco institución, le pegó al silbato y le gritó ¿querés entrar pibe? falta uno. Se levantó robotizado, duro como tacurú en el campo.
- Pibe ¿cómo te llamás?. No le salió una palabra, un sonido, un mugido.
- Entrá, dale, ponete al medio, a ver qué podés hacer, nos van a golear hoy. De ahí en más, dale, vos, el de celeste, corré, pasala pibe, pasala, bien, pateá, gool. Ganaron gracias a su gol.
Y se quedó en el equipo y ascendió, ascendió tanto que de la categoría 90, llegó a primera a los 18.
Ahora en Europa, aún lo llaman Celeste, nunca por su verdadero nombre, Diego, igualito al Diego.
En las tribunas se escucha… Celeste, Celeste…
En la pieza del viejo y el tío, al lado de las fotos del Diego, está la de Celeste.


Mi nieto Juan Francisco me dio el tema para este relato. Gracias, Juano.

domingo, 18 de julio de 2010

Adiós al Pulpo Paul (por Javier Aguirre)

El impasse "Gambeteador" fue bastante largo. El Mundial nos absorvió y nos llenó de ilusiones a las que, ahora, hay que poner en stand by. Desde acá bancamos a Diego y a todo el plantel y queremos la revancha, porque ésta selección nos despertó un sentimiento y unas ganas de ver fútbol en celeste y blanco que estaban algo apagados en los últimos años.
Queremos despedir el Mundial, despidiendo al "célebre" pulpo Paul, el que demostró saber más de fútbol que Niembro, Pasman y el Colorado Liberman aunque, ahora que lo pensamos bien, no sabemos si es tanto mérito.
La despedida es con una columna de Javier Aguirre, periodista y músico que escribe para "Página 12" y Revista "Barcelona", y además tiene un blog dedicado a All Boys, "Álbum Blanco, diario de un hincha de All Boys". Esperamos que la disfruten.

Por Javier Aguirre

Igual, todo bien, pero –salvo en España– Sudáfrica 2010 ya es un cadáver putrefacto. Y el gran derrotado de la Copa del Mundo resultó el marketing anti-animalista. O sea, el de los organizadores, que prefirieron que la comunicación del torneo destacara el capital humano sudafricano y no la notable fauna del país. Y así como en las ceremonias de apertura y cierre del Mundial fueron ninguneados “los Cinco Grandes” (que en Sudáfrica no son River, Boca, San Lorenzo, Racing e Independiente, sino el león, el leopardo, el búfalo, el rinoceronte y el elefante), la fauna siempre se abre camino, como decían en Jurassic Park. Y quien terminó vengando la mordaza que sufrieron los animales sudafricanos durante el Mundial fue otro animal: el pulpo pronosticador. Es cierto que, al lado de algunos de los que opinan sobre fútbol por TV, cualquier molusco cefalópodo puede resultar más certero, informado e inspirado a la hora de analizar partidos. Pero, ¿cómo confiar en que un ser que tiene ocho brazos vaya a apuntar siempre hacia el lugar correcto?

El web-pop oportunista se movió rápido, y así como apenas horas después de la final de Alemania ‘06 ya rotaba la canción Coup de Boule (que tributaba el cabezazo de Zinedine Zidane al esternón de Marco Materazzi), ahora circula la lamentable The Octopus Song, obra de Parry Gripp (líder de los punks jocosos californianos Nerf Herder). Es que mucho antes que el fútbol, la música ha sabido valorar a los pulpos, tanto para apodar bateristas (un saludo al Pulpo Montello, batería de Los Umbanda), como también para bautizar bandas (como los grunge-under-bonaerenses de Pulpo; o como los Mamá Pulpa, que tributan la frase “¡Ay, mamá Pulpa!”, del dibujito animado Manotas), discos (como El sueño del Hombre Pulpo, de Mataplantas; Red Octopus, de Jefferson Starship; u Octopus, de The Human League) y canciones (Octopus Garden, el máximo hit beatle de Ringo Starr; Octopus, de Syd Barrett; El pulpo, de los under locales Presos de Estilo).

Con este antecedente de bestias que se adueñan de la fiesta del fútbol (nada que ver con la presunta animalidad de los más rústicos defensores), es de esperar que en Brasil 2014 la fauna amazónica cope la parada. ¿Mediocampistas que marcan como pirañas? ¿Monos aulladores en reemplazo de vuvuzelas? ¿Vestuarios en los que cuelguen intimidantes anacondas? ¿Pericos cantando Eu vi chegar? Todos ellos jugarán para el local, claro. Y para cualquier selección que no use colores verde y amarillo, será improbable quedarse con la Copa en Brasil. Más duro aún será para la Selección Argentina: aceptémoslo, tener una rivalidad futbolera justamente con Brasil es como intentar componer más hits fiesteros que Los Auténticos Decadentes, o como librar una guerra de escupidas con fans de los Sex Pistols (en comparación con ese trágico destino futbolístico argentino, la tienen más fácil en Uzbekistán, cuyo derby debe ser con Kazajstán; o en Bosnia, cuyo rival “del barrio” debe ser... ¿Herzegovina?). Pero hay que tener confianza: quizás el pulpo señale un nuevo Maracanazo (Pulpazo) y los brasileños terminen queriendo cortarse los tentáculos. De cualquier manera, a sabiendas de que el pulpo Paul no estará en el próximo Mundial, el NO despide a Bolas Negras, pero ya mira de reojo a los Ovos Verdeamarelhos.


Esta columna fue publicada originalmente en el Suplemento NO del diario Página 12.
Le agradecemos al autor la posibilidad de publicarla en Gambeteando Palabras.
Link completo a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-4841-2010-07-15.html