III
Faltaban 3 minutos para que acabara el partido. El mejor jugador del Mundo, Balón de Oro del año pasado no había aparecido hasta ese momento. El rival era dueño absoluto de la pelota. La dormía en mitad de cancha. El mejor jugador del Mundo comenzaba a hacer piruetas en el gramado, acaparando la marca de toda la defensa rojiblanca. Había comenzado su show. La gente en las tribunas se retiraba derrotada. Los hinchas cerraban los puños de impotencia. Los únicos que celebraban eran el pequeño grupo de hinchas albicelestes ubicados en la parte derecha de la tribuna de Oriente. Tito y Chuco se sentían engañados. Al lado, un señor entrado en años había mantenido prendida su vieja radio durante todo el partido. El locutor de la emisora sintonizada comentaba lo mal que había jugado el equipo local: “Esta vez no podemos decir…Jugamos como nunca y perdimos como siempre. Señores, la Selección hoy no tuvo ideas”.
-Jugamos como siempre, perdimos como siempre, más bien -se dijo Tito.
-Los partidos se ganan con goles, no con buenas jugadas. Los partidos se sacan adelante con huevos y empuje, no con jugadas bonitas -dijo alzando la voz, con ganas de ser cada segundo mas escuchado. Chuco tenía la mirada triste y perdida hacia el campo de juego. Albergaba un nudo en la garganta. Todo el esfuerzo ¿Para nada?
-Vámonos Tito. Quiero irme a la casa- dijo Chuco casi como una súplica.
- Si. Esto es una mierda – agregó rápidamente Tito
La gente que aún quedaba en las tribunas tenían puesta la mirada fijamente hacia la cancha. Algunos gritaban: “No se vayan. Tengan fé”. Era mucho pedir a estas alturas del partido. Tito y Chuco subieron las gradas rumbo a la salida. Sorteando riachuelos de orines y entre paredes pintarrajeadas se apostaban a bajar las escaleras hacia la salida de la tribuna. De pronto, una radio salida de algún lugar con el volumen al máximo comenzó a narrar increscendo:
-Minuto 92. Vamos Perú.
-Va Messi para cambiarle el ritmo. Sigue Messi, va Zambrano para buscarlo. Vargas. Recuperó Vargas, el servicio largo para buscar a Rengifo (Apòyate con Paolo De La Haza). Vaaargas, va Vargas. Empuja Vargas. Quiere pasar Vargas. Sigue Vargas. Lucha Vargas. Pasó Vargas. ¡Qué bien que la hizo Vargas! ¡Aquí está el empate! ¡En el área espera Ñol! ¡En el área espera Ñol! ¡Estaaaaaaaaaaá…..! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! Goooooooooooooooo….l! ¡Goooooooooool! ¡Gooooooool! ¡Goooooool! ¡Gooooooooool! ¡Gooooooooool peruano! ¡Con el corazón de Vargas! ¡Con los huevos de Vargas! ¡Con el empuje de Vargas! ¡Con el pundonor de Vargas! ¡Con el corazón de todos! ¡Lo hizo Vargas! ¡La metió Fano! ¡La metió Fano! ¡Pita Amarilla! ¡No merecíamos perder! ¡No merecíamos irnos con las manos vacías! ¡No merecíamos el uno a cero en contra! ¡Apareció Fano! ¡Apareció Fano en el final! ¡Apareció Vargas empujando! ¡Tuvo tiempo hasta de sacarse a un argentino! ¡Tuvo tiempo hasta de empujar a Battaglia! Tuvo tiempo hasta para levantar la cabeza ¡Tuvo tiempo hasta para mirar a Fano…! ¡Y Fano hizo su trabajo! ¡Fano hizo lo que hace un goleador! ¡Fano hizo lo que hace un nueve! ¡Ahí Fano! ¡En el área Fano! ¡Es el mejor final que me ha tocado narrar…! ¡Perú uno, Argentina uno!
El Estadio rugió al unísono. Tito y Chuco repitieron el grito de todo el Estadio. ¡Gol! ¡Gol! ¡En los descuentos! Los hermanos se abrazaron fuertemente, casi al instante, ahogando sus gritos. Como todos en esas escaleras. La gente que anteriormente había salido ofuscada, ahora pugnaba por regresar. Hasta los que ya estaban fuera de la tribuna, camino a la calle. La tribuna era una fiesta. El campo de juego también. Los visitantes estaban doblados con la mirada en el piso, derrotados con el gol de empate. Toda la banca local se abrazaba. El Loco, gestor de la jugada del gol, era abrazado por todos, y ya sin aire sólo quería ingresar a camarines. El nueve de la Selección, autor del gol declaraba a todas las cámaras de televisión, ávidas de obtener en primicia sus declaraciones. Sin aire, el jugador, dedicaba el partido a la gente en las tribunas, yendo a regalar su camiseta llena de vergüenza deportiva y claro, también sudor. En las tribunas seguía la efímera fiesta. Los muchachos habían regresado y la gente aún vibraba de emoción en las graderías. ¿De quién fue el gol? – se preguntaban muchos. ¡Del Cholo, causa! ¡Del Cholo! ¡Bien carajo!
El júbilo estuvo bueno. Tito y Chuco sudaban y tenían las gargantas llenas de escozor, por haber gritado tanto. Tenían el sentimiento de haber librado una batalla memorable. De esas que las generaciones venideras lograrían recordar. La gente comenzaba a abandonar las tribunas con caras alegres, comentándose el momento previo al gol, la jugada, lo que pensaban y hasta como saltaron y gritaron. Las puertas hacia las calles luminosas estaban atestadas de personas risueñas. Desde las veredas se escuchaban arengas, sonidos de chicharras, pitos o matracas comprados antes de ingresar al Estadio. En suma, había sido una jornada memorable.
Ya en el micro de regreso a casa, Tito y Chuco seguían comentando el partido:
-Ese gol al final fue lo mejor. El equipo le metió huevos – disparó Tito.
-Si, aunque por ahí vi dos jugadas buenas de ataque. Igual el rival jugaba mas – agregó Chuco.
-Puede ser – replicó Tito. Pero los partidos se ganan con goles, no con bonitos toques de pelota. ¿Recuerdas esa vez que metí el gol de la victoria en la canchita de la Urba? Esa vez jugamos hasta el culo, pero le metimos huevos, vino el corner, puse la pata hasta el fondo y ganamos. Me metí con pelota y todo al arco. Los del otro equipo al terminar el partido nos armaron la bronca, pero ya estaban cagados. Igual pasamos a la final en ese campeonato.
Bajaron del colectivo y caminaron hacia la cuadra donde se encontraba su casa. Al doblar hacia su cuadra, aguardaba la caseta de Angelito, el guachimán de su cuadra, el cual los recibió ansioso:
-¿Qué tal el partido muchachos? ¿Vieron la corrida del Loquito? ¡Yo sabía que no perdían! ¡Esa es la Selección caracho!
-Habla pe Angelito. El partido estuvo medio tela, pero el final fue de infarto. Ya nos estábamos yendo, pero justo gritaron gol y regresamos – respondió Tito.
-Si pues. Ese Estadio debió ser un loquerío. Pero nada como la Selección de México 70´. ¡Ese era un equipazo! – expresó el guardián, mostrando su nostalgia.
-Ya nos vemos Angelito. Buenas Noches.
-Nos vemos muchachos.
Angelito tenía prendida la radio que lo acompañaba durante las noches. En la emisora, el locutor aún daba la crónica del partido jugado:
-Y ahora Elejalder Godos da sus impresiones del partido para Radio Ovación, un Perú en sintonía, para Pollos y parrilladas Hilton (¡Qué placer!) y Dencorub, calor que penetra, calor que alivia…!
-Gracias Mario por el pase. Hoy Perú sacó adelante un partido perdido. Con garra y empuje el equipo empató. No sirve de mucho dada la complicada situación de la Selección en la tabla, pero sirve para soñar. Por pasajes del partido merecimos perder...
Los muchachos caminaban hacia su casa. Tito volteó hacia la radio al terminar de escuchar la última frase que expulsó la radio:
-Nosotros nunca merecemos perder. Los hinchas no – replicó el muchacho. Chuco lo miró admirado, como si hubiera hablado un sabio. Sacaron la llave y entraron a casa.
Así se describe el autor de este muy buen cuento:
"Escribir es una terapia. Siempre fue una necesidad. Estudié Antropología. Me di cuenta que no podia ser mediador ante nadie. Viajé a comienzos del 2009 a Buenos Aires para tomar un curso de escritura creativa. Dejar todo de golpe no es fácil. Escribí mas que en toda mi vida. Salir a observar a la gente es interesante, pero pienso que finalmente de quien puede escribir y relatar mejor uno? Sólo de uno mismo: Retroalimentacion. Sentimientos. Parrafos "edificantes". Detalles infimos. En lo que escribo suele haber todo esto. Y a veces mas.
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1 comentario:
Es curioso pero me trae recuerdos que no guardan concordancia (:S).
La historia se repite una vez más,nosotros nunca merecemos perder. Tú mereces seguir escribiendo.
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