Por Walter Saavedra
Encorvado sobre el pescante regresa por la madrugada llevándose con él esa luna llena, redondamente gorda y blanca, y se duerme con las tripas retobadas, sin un beso de buenas noches.
El niño sueña. Sueña que esa luna llena, redondamente gorda y blanca, baja del cielo, hace nido en su pecho, le recorre el cuerpo como la caricia que le anda escaseando, cae en el hueco justo de su empeine y escapa con ella.
“¡Corre, niño, corre!”, le grita un ladrón y el niño corre haciéndole gambetas de luna llena a la miseria.
“¡Corre, niño, corre!”, le grita una prostituta y el niño huye sin dejar que la luna llena toque el suelo y se manche de barro y estiércol.
Y salen los vecinos, alarmados por un bochinche de perros trasnochados, y aplauden... Aplauden asombrados al niño malabarista que ahora inventa una rabona que deja una estela de chispas, luminosa como la vía láctea, y a la vuelta de una esquina niño y luna desaparecen, hundiéndose en la noche mas profunda.
Shhhh... No despierten al niño que ha encontrado, por fin, eso que nosotros llamamos... felicidad.
Este texto fue extraído de la muy buena página web Cuentos y más http://www.cuentosymas.com.ar/
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