Por Rodolfo Braceli
Era sábado allá abajo. Dios se entregó manso a una buena siesta. Pero pronto se encontró soñando algo incomprensible y nada tranquilizador: su Abuelo le decía: Yo estuve antes que tu Padre que estuvo antes que Vos. No eres el principio del origen. Que no te ciegue la omnipotencia... Justamente aquí Dios fue despertado por un sacudón de aquéllos.
Desasosegado, le preguntó a su ángel de turno:
– ¿Qué caraxus fue eso?
– Gol de Nueva Chicago.
– ¡Pero si es sábado!
– Mi Dios, los sábados hay Primera B.
– ¿Qué es eso de Primera B?
– Es el campeonato de los clubes chicos que aspiran a ser grandes para jugar los domingos y luego fundirse.
– ¡¿Y es posible que los alaridos sean tan cuantiosos como para despertarme a Mí?!
– Es posible, mi Dios. Cuando se grita gol se grita sin mirar a quién. El gol del millonario es exactamente igual de intenso que el gol del paupérrimo. Igualdad, igualdad, e igualdad, mi Dios.
– Se me hace que te estás volviendo marxista... Dime, últimamente, ¿con quién te estás juntando?
– Con el flaco.
– ¿De quién me hablas?
– De Jesús.
– Ah, me lo temía. El marxista ese.
Este texto fue publicado en el libro De fútbol somos de Editorial Sudamericana
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