miércoles, 9 de junio de 2010

Antes del pitazo inicial



Faltando sólo algunas horas para que se dé el puntapié inicial de ese maravilloso evento llamado Mundial de fútbol, a los editores de Gambeteando palabras nos resultaba difícil elegir entre varios y muy buenos textos que narran, analizan y pintan algunos de los partidos y sucesos más coloridos en la historia de los mundiales. Entonces, se nos ocurrió pasarles la pelota a nuestros lectores y que ustedes metan los goles con algunas palabras sobre su primer mundial.

La idea es que, en la sección comentarios de esta entrada del blog, nos dejen textos breves con alguna imagen, alguna sensación o alguna anécdota sobre el primer mundial que recuerdan haber vivido. Así practicamos, entre todos, la literatura futbolera, como para ir entrando en calor hasta este 11 de junio a las 11 horas, momento en que dará comienzo el partido inaugural entre Sudáfrica y México.


Los editores

3 comentarios:

Diego M dijo...

Doy el puntapié inicial...

Podría mentirme a mí mismo y decir que me acuerdo con lujo de detalles la corrida mágica del Diego esquivando ingleses. O esa entrada electrizante del más grande entre los defensores belgas para encaminar al equipo a la final. O esa corrida de Burru, que fue tan larga como para rezar 3 padres nuestros, 2 ave marías, prometerle a Poncio Pilatos que no íbamos a desatar esa camiseta vieja llena de recuerdos y pensar una y mil veces que no, que la va a tirar afuera y la final se nos va a escapar entre los dedos.
Podría seguir mintiéndome a mí mismo, pero la pura verdad es que la imagen más vívida que tengo, la primera marcada a fuego en mi corazón y en mi piel, son las lágrimas del Diego con la medalla de plata de Italia 90 sobre su pecho. O no, tal vez me acuerdo del enorme pifie de Pumpido en el partido inaugural contra Camerún. Y también los goles contra Rusia, gritados en el aula de 7mo grado de la escuela 14. El tobillo recontra inflamado de Diego y su apilada celestial entre las camisetas amarillas, para darle el pase perfecto al Pájaro Caniggia. Las manos de Goyco dandole al equipo lo que no tenía de fútbol. El vuelo del Pájaro para amargar a los tanos, y su "giorno tristissimo". Y la final, ay, la final...
Todo eso acompañado por la música de fondo de "Un´estate italiana", el mejor tema musical de los mundiales, o tal vez sea el mejor para mí, porque es el primero que viví realmente.
Creo que de eso se trataba la propuesta ¿no?

Mi nombre ya es canción dijo...

Nací en 1981. Imposible que recuerde nada de España '82. Sería más probable que tuviera algún recuerdo de México '86, pero la confusión no me deja decir realmente si las imágenes que me vienen a la cabeza quedaron allí grabadas en el momento en que ocurrieron o si son producto de las miles de veces que vi la película "Héroes" o de los relatos de mis hermanos. En cambio, de Italia '90 no tengo dudas de que los recuerdos que rondan por mi cabeza son propios, no prestados, ni editados.
En el colegio había un solo televisor y estaba en una sala de proyecciones no muy grande. Los alumnos de quinto y sexto grados, por ser los más grandes del turno tarde, tuvieron el privilegio de ver los partidos allí. Nosotros, los de cuarto grado, tuvimos que conformarnos con escucharlos por radio. La "seño" nos daba una tarea para que realicemos de forma individual durante el partido y prendía un radiograbador de esos que sólo tenían un parlante. Entonces, todos nos quedábamos más callados de lo que jamás habíamos estado, a la espera de un ansiado gol de la Argentina. Cuando llegaba el momento en que el relator sostenía ese maravilloso grito a favor de nuestra selección, nos levantábamos de nuestros asientos y liberábamos las gargantas. Imagínense cuarenta chicos y chicas de nueve años gritando y saltando en sus pupitres con toda la euforia que a esa edad se puede tener. Creo que mi maestra debe haber usado tapones en los oídos por esos días. Ni bien retornaba el relato radial, tomábamos nuestras posiciones originales y seguíamos trabajando y esperando que el partido terminara con victoria albiceleste. Ya después del pitazo final era difícil que volviéramos a nuestras tareas y lecciones. Por eso es que, justamente en ese momento, venía un recreo largo, más allá de los horarios habituales, como para que termináramos de gastar nuestras energías entre juegos y festejos y volviéramos al aula bien cansados, pero felices.

Anónimo dijo...

Yo nací en 1986, y siento esa cosa de "desde que nací, no ganamos nada".

El mundial que mas sentí fue el de Francia 98, estaba en pleno colegio y "oh casualidad" me agarre neumonía, por ende me veía todos los partidos habidos y por haber. No tuvo un buen final para nosotros, pero rescato la alegría de haber dejado con las manos vacías a los ingleses. Las caritas de los Hooligans en las tribunas eran imperdibles.

Muy bueno el blog....saludos.

pd: mando el chivo de nuestro blog (la seccion deportes merece un vistazo), abrazo.

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